Fiscalía perfila cargos contra los Díaz Villar por fraude, falsificación y abuso de confianza

La Fiscalía General del Estado de Puebla perfila ya un expediente robusto en contra de Luis Alberto y Juan Carlos Díaz Villar, junto con su madre, María Celia Villar, acusados de tejer un fraude millonario bajo la máscara de la amistad, la manipulación emocional y el uso de documentos falsificados.


Por Ana María Martínez

Los testimonios recabados hasta ahora describen un modus operandi repetitivo y calculado: préstamos que arrancaban en 150 mil pesos, ofrecidos bajo la promesa de que serían liquidados con la venta de una supuesta bodega heredada. Con cada encuentro, el argumento cambiaba, las lágrimas se repetían y las cantidades se disparaban hasta alcanzar el millón de pesos acumulados.

El método del llanto

El esquema de presión psicológica no es menor. Cada reunión era acompañada por la actuación de la madre, quien rompía en llanto asegurando padecer problemas médicos graves. El dramatismo de sus súplicas funcionaba como herramienta de persuasión, reforzada con la amistad de décadas que mantenían con empresarios y vecinos del fraccionamiento Club de Golf Las Fuentes.

El “método del llanto” se convirtió en una constante: lágrimas, promesas de pago “en cuestión de semanas” y garantías inexistentes. Entre estas, se ofrecieron naves industriales, casas fantasmas y vehículos que jamás fueron de su propiedad, entre ellos un Versa 2001, una Tiguan 2020 y una Audi Q3 2022.

Los pagarés entregados carecían de sustento y los cheques rebotaban sin excepción. A las víctimas, además del golpe económico, les quedó el desgaste emocional de haber sido humilladas cuando intentaron reclamar lo prestado. “Cuando les pedí las garantías, se burlaron y me dijeron que esos autos nunca fueron suyos”, narró un empresario defraudado.


El rostro de la traición

Lo más grave del caso no se limita al dinero perdido. La verdadera herida radica en la traición a una confianza cultivada por más de 20 años. Los Díaz Villar aprovecharon relaciones de amistad forjadas en escuelas, negocios y clubes sociales para construir una red de víctimas que jamás sospechó de ellos.

De acuerdo con los testimonios, al menos ocho familias han sido afectadas bajo el mismo esquema. El carácter sistemático del fraude es lo que podría darle mayor peso legal al caso, al configurar no un engaño aislado, sino una estrategia reiterada con fines de lucro indebido.


El Código Penal es claro

Las conductas que se describen encajan en al menos tres figuras jurídicas tipificadas en el Código Penal de Puebla:
  • Fraude (Artículo 403): al obtener recursos mediante engaño o aprovechamiento del error.
  • Falsificación de documentos (Artículo 270): por el uso de pagarés, cheques y facturas falsas.
  • Abuso de confianza (Artículo 407): al disponer de dinero entregado en custodia por amistad o confianza.

En suma, podrían enfrentar penas que van de 3 a 12 años de prisión, además de la obligación de reparar el daño patrimonial causado a las familias afectadas.


Denuncias conjuntas y ruta judicial

Tres familias ya avanzan en la integración de una denuncia colectiva, convencidas de que la Fiscalía podrá acreditar la naturaleza reiterada del fraude. Otras, que en un inicio intentaron negociar directamente con los acusados, ahora consideran la vía legal ante la evidencia de que los Díaz Villar han cambiado de domicilio y de círculo social, dificultando cualquier reclamo extrajudicial.

La Fiscalía ha confirmado que está en proceso de reunir documentos falsos, testimonios coincidentes y pruebas bancarias que robustezcan el caso y permitan la vinculación a proceso.


Un caso que puede sentar precedente

El fraude de los Díaz Villar no es un simple conflicto privado. Se trata de un delito con implicaciones sociales profundas, donde la confianza, la credibilidad y los vínculos emocionales fueron convertidos en armas para despojar de su patrimonio a personas cercanas.

De llegar a tribunales, este caso podría sentar un precedente en Puebla sobre cómo el fraude emocional, disfrazado de amistad y lágrimas, tiene la misma gravedad que cualquier esquema financiero ilícito.

“Lo que hicieron no tiene nombre. No es un error ni una deuda común, es un plan premeditado para robarnos a través de la confianza”, señaló una de las víctimas.

Hoy, la advertencia es clara: la Fiscalía ya perfila los cargos y las víctimas están dispuestas a llegar hasta las últimas consecuencias. El círculo se cierra para los Díaz Villar, y todo apunta a que la justicia ya va tras ellos.
Redacción

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